Nairo terminó tercero en el tour. Una actuación extraordinaria a pesar de que la mayoría de sus seguidores esperaban verlo en el podium pero como campeón. “Nairoman” como lo han bautizado es el apodo con el cual se disparó aún más la popularidad y la casi seguridad de que iba ser el dueño y amo del Tour. Las cosas no se dieron y tal vez ahora Nairo pueda dedicarse a ese rol que asumió como Embajador de Buena voluntad del Agro colombiano. El comercial es presentado casi a diario en la televisión y nadie le da la importancia que se merece porque no es relevante para el sensacionalismo.
Muchos investigadores y sociólogos han comentado acerca del peligro que constituyen los Medios de Comunicación cuando exacerban los sentimientos, el ánimo y las falsas ilusiones de la gente, pues cuando la torta se voltea puede convertirse en un arma de doble filo, en un arma mortal en contra de los intereses del deportista, del club al cual pertenece, de los aficionados o “hinchas” que están en la otra orilla y finalmente en detrimento de una sociedad que no merece el caos y la confusión por incidencia de aquellos que al transmitir, así sean “profesionales” les falta el don de la ecuanimidad y de la mesura para no crear falsas expectativas.
En Colombia ya vivimos esa dolorosa experiencia con la muerte de Andrés Escobar. Un ídolo por quien lloramos millones de colombianos cuando fue vilmente asesinado por ser el autor de un autogol que nos sacó del mundial de fútbol. Muchas son las versiones sobre las causas de este vil asesinato. Que fue una discusión, que los asesinos estaban involucrados con las mafias de apostadores, que estaban enojados con él e influyó el no control de las emociones, etc. Pero lo cierto es que la fiebre del fútbol y la estigmatización de ser campeones influyeron en el ese fatal desenlace.
Parece que Colombia no ha repasado esa lección porque hace unos días hubo muchas descalificaciones e inconformismo por la actuación de Nairo, el Embajador, que es un mejor apelativo para su condición de ser humilde, de un hombre normal para la vida y con condiciones insuperables para el ciclismo. La nairomanía no le favorece para nada porque después de endiosarlo lo convierte en blanco para la gente que por rabia, por un falso “dolor de patria” o por qué oscuro momento en sus adentros pueda hacerle daño. Algunos ya lo han insultado, lo han descalificado y lo han bajado del “podio de ídolo”.
Ese es el problema que muchos no entienden y son los medios quienes deben manejar y aprender a controlarse a sí mismos para controlar a sus televidentes, radioescuchas o lectores. Y, ¿cómo hacerlo sin crear falsas expectativas en una afición tan diversa?, donde sin lugar a dudas hay buenos y malos. Para qué hacerle creer a un oyente X que tenemos al mejor ciclista del mundo, que va a ser campeón del Tour cuando eso no es seguro. Nadie lo puede afirmar. El mismo Froome con casi cinco minutos de ventaja dijo que le ofendía que la gente lo diera como ganador cuando tenía rivales tan poderosos y para complementar en el ciclismo nunca se sabe qué pueda pasar hasta el último día y se cruce la raya de sentencia. Ejemplos se dieron con retiros como el de Tom Domoulin por caída y fractura. Froome estuvo de buenas porque su caída no fue tan grave, pero hubiera podido serlo y sacarlo de la competencia siendo líder y casi seguro campeón; el infortunio puede golpear a cualquiera.
Entonces para qué ilusionar a las fanáticos, pues algunos al verse frustrados, no se sabe cómo van a actuar. Puede hacerlo sólo con insultos o escribiendo notas como cibernautas “despechados”, pero nunca sabremos el alcance real que pueda tener en una mente desquiciada.
Por esto es bien importante que los narradores deportivos tomen conciencia del papel que juegan no solamente como comunicadores de un gran espectáculo. Entendemos que quieren y deben ganar más seguidores para ganar audiencia; pero su rol no los exime de su responsabilidad ante la sociedad en general para mantener una buena interacción entre deportistas y aficionados.
El Embajador Nairo ha manifestado que no sabe qué le pasó, que su cuerpo no le ha respondido como era lo esperado y de eso él no tiene la culpa. El equipo Movistar es de los más preparados en todos los sentidos para poder lograr sus objetivos. Equipo médico, equipo técnico, estrategias por aquí y por allá; tenían todo preparado pero no se dieron las cosas y tampoco es su culpa. Hay algo que se llama BIORRITMO y que aún la ciencia no le ha dado la importancia que se merece. Nos dice cómo influyen los ciclos en el cuerpo humano. Tenemos ciclos malos, ciclos regulares y ciclos buenos y esto por sí mismo explica la respuesta que dio Nairo, el humano normal, el ciclista excepcional, el hombre noble y corajudo añadiéndole el padre cariñoso y orgulloso que conocimos en la ceremonia de premiación.
Nairo es un ciclista joven. Tiene muchos años por delante para alcanzar una vida ciclística todavía más prominente. Así que a tener paciencia, a reconstruir esas emociones de una forma que no les causen daño interior a los más sensibles, a aquellos que no pueden controlar sus libidos y lo expresen en forma violenta contra sus mismos ídolos. Vamos a tratar de ser más racionales y más objetivos. Por qué no ver los aciertos de los estudiosos que quieren que la paz no solamente se da en las guerras fratricidas del país sino que se manifieste en las guerras verbales y en las guerras del papel y del Internet
Analicemos a fondo qué es ser profesional a todos los niveles. No sólo a nivel de las narraciones, sino a nivel de nuestros empleos, de nuestras vidas, del análisis exhaustivo de la opinión de los demás para saber en qué tienen razón y en qué no y compararla con la nuestra de una manera racional. Pongamos los pies en la tierra para que los pies de los ciclistas, de nuestros ídolos, un día a pedalazo limpio logren ser campeones del tour. No los endiosemos, no les digamos héroes, porque son soldados de pura raza, campesinos de papa y yuca.
El día glorioso llegará y todos lloraremos y se nos hará un nudo en la garganta, pero con la cordura que necesita un país que quiere vivir tranquilamente, disfrutando no solamente del deporte sino de esos campos sembrados con las cosechas que nos alimentan el cuerpo y el espíritu para tener alientos al celebrar; extasiados con los paisajes que vemos en el comercial del Embajador del agro colombiano y así de verdad disfrutemos de la Colombia que todos queremos, de esa Nación que no solamente sueña con el amarillo del Tour sino con el amarillo, el azul y el rojo del país de la esperanza.