¿Cuántas más, cuántas menos?

Opina - Cultura

2017-06-24

¿Cuántas más, cuántas menos?

Innumerables casos de violencia hacia la mujer se han venido presentando en lo que va del año. Muchos de ellos, han sido perpetrados por alguien cercano a las féminas: parejas,  exparejas y familiares sin importar el grado de consanguinidad. Algunos de ellos, se han dado por “venganza”, porque no “obedecieron” o no siguieron con cierta tradición. Mejor dicho, se sigue pensando aún en el siglo XXI, que la mujer es propiedad de un grupo, de algo o de alguien, como si fuera un objeto, un mueble o una casa.

Por ejemplo, en el continente asiático, se siguen presentando los llamados crímenes de honor, los cuales según el Observatorio de Derechos Humanos “son actos de violencia cometidos por los varones contra las mujeres de la familia las cuales, consideran, han traído deshonor a la familia”. Verbigracia, hace algunos días dos mujeres jóvenes pakistaníes fueron asesinadas bajo este modelo cultural el cual es una violación a los derechos humanos. Ambas fueron torturadas y quemadas vivas, sin que el estado de este país asiático tenga leyes claras para el abordaje y la intervención adecuada.

Sin embargo, estos no son los únicos ni los últimos hechos violentos hacia las mujeres. Cada vez que sale una noticia o una denuncia de un hecho que se suma a la lista de ataques hacia las féminas, da la impresión que estos fueran interminables. Otra acción más hacia una de nosotras es peor que la anterior. Otra víctima más y una mujer menos.

Las distintas  expresiones de violencia contra el género femenino pareciera mostrar el valor real y la importancia que tiene dicho género para el mundo, porque con estas actitudes el mensaje parecería ser claro: las mujeres no estamos seguras en ningún lugar de la Tierra y en ocasiones quien (se supone) debe brindarnos soporte y compañía, se convierte en nuestro verdugo.

Cada vez que se presenta un hecho de violencia hacia las mujeres, somos miles las que sumamos y levantamos una voz de protesta frente a dichas acciones. Algunos relatos que en su mayoría son compartidos desde páginas de apoyo feminista, muestran el verdadero sentido de la solidaridad y empatía de género, algo que como he dicho en escritos pasados, nos falta como mujeres.

Sin embargo, creo que aún nos falta. Nos falta, porque la sociedad está en deuda con nosotras. Nos falta, porque como dice la actriz argentina Zuleika Esnal en su escrito viral, “el que debería protegerte te llama puta aunque no lo diga”.

Nos falta, porque según la líder política Liliana Rendón, “si mi marido me pega es porque me lo busqué”; justificando con esto la violencia intrafamiliar. Nos falta, porque según Néstor Humberto Martínez, Fiscal de la Nación, “la criminalización de la violencia intrafamiliar en Colombia debe ser revisada porque esto causa rupturas en el núcleo familiar y además atosiga el sistema penal colombiano”; como si fuera sano y adecuado conservar una familia unida aunque esta sea disfuncional, olvidando todos los hechos de violencia doméstica que se presentan diariamente en el país y que algunos en el peor de los casos terminan en asesinatos.

Lo ideal sería que muchos mensajes como los que se han venido dando continúen cada vez con más fuerza desde nosotras para que la sociedad nos sienta unidas y fortalecidas. Pero esto solo se logra si como mujeres cambiamos la mentalidad y dejamos de violentarnos. Porque tratamos de “perra” a la que nos quitó el novio (como si a uno le quitaran algo). Porque las mamás de algunos hombres, ven a la “muchachita de turno” como una amenaza, no nos bajan de arpías y dicen que las mujeres de ahora no somos útiles.

Porque tratamos de bruja a la jefe, porque tenemos diferencias con ella. Porque criticamos a las amigas, primas y mujeres del círculo cercano por las acciones o decisiones que toman. Porque criticamos a la que es madre soltera, porque es madre soltera.

Porque criticamos a la que es casada y no quiere tener hijos. Porque criticamos a la que interrumpió un embarazo de forma voluntaria, sin saber qué la llevó a tomar esa decisión y desconociendo los derechos sexuales y reproductivos que tenemos. Porque pensamos que la inteligencia (la cual es subjetiva, además) es exclusiva para las que no son atractivas físicamente. Porque creemos que somos negadas para conducir un automóvil. Porque a veces estamos de acuerdo, compartimos y nos reímos con los micromachismos, que no son otra cosa que una forma de violencia sutil.

Por nuestras madres, nuestras hijas y nuestras amigas, protejámonos, cuidémonos y  valorémonos entre todas, porque sin importar nuestras condiciones y nuestras individualidades, todas somos igual de valiosas.

 

 

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Natalia Arango
Colombo-canadiense (Inmigrante). Leer, escribir y contemplar la naturaleza en sus diversas expresiones son mis pasiones. Tengo un DESS en Administración Social. M. Sc. (Trabajo Social). Montréal, Canadá.