El que está a favor, le dice interrupción del embarazo. El que está en contra, le dice aborto. El que está a favor, le dice derecho individual. El que está en contra, le dice asesinato. El que está a favor, intenta no ser llamado abortista o pro-muerte. El que está en contra, se autodenomina pro-vida. El que está a favor, cuestiona hechos. El que está en contra, invoca deidades.
Lo cierto es que, le digas como le digas, el debate está agotado. Ambos frentes ya han creado vocabulario específico, argumentos diversos y más odio del que puede caber en un estadio de fútbol lleno en un superclásico o del que puede ahuyentar una multitud cantando como un mantra Imagine de John Lennon. Basta de diálogo, esto es lo que me corresponde y listo. A cada quien lo suyo.
Cada minuto que se gasta intentando convencer al otro en vez de respetar su punto de vista, intentando continuar con la mentira de que todos somos felices de la misma manera y de que tenemos que tener los mismos objetivos de vida para poder considerarnos una sociedad, negando asistencia médica personalizada y gratuita, volviendo a recrear la eterna pelea entre dioses y ciencias, nace otra persona no deseada a un mundo que simpatiza más con una célula que con un recién nacido.
Que si se considera persona a la cigota… STOP. Si decides considerar que toda célula de tu cuerpo tiene el mismo derecho que tú a la vida, entonces deja de cortarte las uñas y de ir a la peluquería. Y si decides que no, ¿cuál es la diferencia entre las células que decides proteger y las que no? ¿Biológica o cultural?
Que el derecho a la vida del nonato… STOP. ¿Es válido negarle derechos al que ya nació para garantizarle esos mismos derechos a quien aún no existe? ¿Y durante nueve míseros meses? Porque una vez nacido, nadie hará cola para proveerle comida, abrigo y techo, aunque se haya amontonado para manifestarse por su nacimiento.
Que nadie tiene decisión completa sobre su cuerpo… STOP. Generalmente, quienes se manifiestan a favor de la interrupción voluntaria del embarazo, también consideran derechos no reconocidos la eutanasia y la eugenesia; los tres podrían ser los pilares para la libertad completa sobre el cuerpo, que hoy todavía es un bien del estado, como cuando éramos siervos de la gleba. Si no deseas tener libertad total sobre tu cuerpo, estás en tu derecho de no interrumpir los embarazos y no optar por el suicidio asistido. Pero si es lo que deseas, ¿dónde está tu libertad? No la tienes.
Que si el embarazo es resultado de violación o no… STOP. ¿Por qué habría que hablar de violación para hablar de interrupción voluntaria del embarazo? En un mundo en el que está probado que se castiga a la víctima y no al violador, ¿se vale apilar un problema encima de otro como excusa para no solucionar ninguno? Si quieren hablar de violación, hablemos de violación. Pero si estamos hablando de interrupción del embarazo, no hablemos de violación. No hablemos a la vez de dos situaciones en las que se está obligando a una víctima a hacer lo que no quiere: a tener sexo no consensuado o a parir sin elegirlo. No aceptemos la doble victimización por parte del que viola, el cuerpo o los derechos.
Que por qué decidiría la mujer en algo que es de a dos… STOP. ¿Por qué decidir no gestar tendría que ser una decisión de a dos si que te la pongan y se vayan no es una decisión de a dos? El nivel de responsabilidad en el acto sexual es similar para todos sus participantes, pero no es el mismo en cuanto a la gestación se refiere. La única forma de que la desigualdad biológica de que este proceso ocurra dentro del cuerpo de la mujer no se convierta en inequidad, es que nadie más que ella pueda decidir sobre el mismo.
Que si se legaliza será usado como único anticonceptivo… STOP. Al no existir anticonceptivos infalibles, aplicables tanto al cuerpo femenino como al masculino y sin efectos secundarios sobre la sexualidad de quienes los utilizan, además de gratuitos o considerados como un gasto más de la canasta familiar, puede ser utilizado como único método anticonceptivo ahora mismo. Mientras estas condiciones no cambien, el embarazo seguirá siendo un riesgo y no una elección. Y el mundo seguirá dividido entre quienes son hijos deseados y quienes no.
Que si es un pecado… STOP. ¿Por qué pecado y crimen tendrían que ser la misma cosa? Uno lo juzga un dios de un culto que no todos profesan, el otro lo juzga un juez de un estado al que todos donamos nuestros impuestos. Lo que pasa es que el estado no es realmente laico, la creencia sigue siendo superior a la razón, y las creencias particulares más importantes que las razones personales. ¿Por qué la disponibilidad de todo tipo de herramientas para la planificación familiar sería pecado y el pensar distinto sería un crimen? Si alguien no cree en ningún dios, ninguna mayoría o minoría que sí cree tendría derecho a imponer su criterio sobre todos los demás, ¿o sí?
Que si los profesionales de la salud no están de acuerdo con el procedimiento, no tienen que realizarlo… STOP. Quizá hay que mejorar los criterios de selección de candidatos al momento de la elección de carreras… si una decisión común y corriente que tendrás que tomar día a día en un trabajo que repercute directamente en la sociedad se verá afectada por tus creencias, ¿es correcto que se te permita elegir carreras médicas?
Es como decir que si un maestro no está de acuerdo con la forma de crianza desde la casa, podría negarse a enseñar o que si un policía se encuentra en un dilema ético durante la resolución de una situación delictiva, podría negarse a actuar. ¿Por qué la objeción de conciencia es un derecho de unos pocos privilegiados y unos no pocos sin privilegios no pueden objetar o negarse a hacer con su cuerpo lo que demandan los demás?
Lo cierto es que los únicos que tienen hoy su derecho garantizado son quienes se manifiestan en contra, pero no quienes se encuentran a favor. Reconocer el derecho a interrumpir un embarazo no deseado, sin importar su origen ni circunstancias, permitirá que muchas personas vivan su vida de acuerdo a sus propias metas y principios, pero no obligará a quienes por razones religiosas, morales o personales, no deseen realizarse un procedimiento de interrupción, mientras que quienes están a favor hoy sí están siendo obligados a gestar y parir. El derecho de uno termina donde empieza el derecho del otro… entonces, la libertad de vivir cada uno de acuerdo a sus propias “concepciones” es lo que debe ser garantizado.
La libertad es poco más que tener opciones; no tener opciones o ser obligado a optar por lo mismo que los demás aún en contra de tu voluntad, éso, si no me equivoco, es esclavitud.
Cada minuto que se desperdicia debatiendo lo indebatible, mueren mujeres por procedimientos clandestinos; son abandonadas o estafadas en un momento en que están vulnerables; les es negada la atención médica y acompañamiento psicológico que necesitan con urgencia cuando desean interrumpir un embarazo, pero no cuando desean continuarlo, lo que pone en evidencia una doble moral imposible ya de disfrazar.
En las decisiones límite, sociales y personales, es cuando realmente se pone en juego el alcance real de la democracia de la que tanto nos llenamos la boca, de los derechos humanos de los que tanto se escucha y tan poco se ve. Cada minuto que pasa discutiendo qué creemos que fue primero, si el huevo o la gallina, es una vela más en el velorio de las libertades individuales y es un pequeño homenaje que le rendimos a las dictaduras de las que tanto renegamos.
STOP.
Disculpe que lo interrumpa yo, es posible que su madre no haya podido hacerlo.