Una modesta proposición para hacer de la marihuana símbolo de unidad nacional

Queridos hermanos, no hay otro símbolo que, como la marihuana, una a un pueblo urgido de fumarse el cacho de la paz.

Opina - Sociedad

2017-11-09

Una modesta proposición para hacer de la marihuana símbolo de unidad nacional

Ahora que la marihuana, mariajuana, hierba, porro, cacho, bareta, moño, está otra vez de moda por cuenta de su llegada triunfal a los reinos de la homeopatía; ahora que en esta Colombia todos la fuman, la untan, la tragan, la manipulan, la critican, la legislan, la medican, la sacralizan, la escandalizan, la penalizan, la glorifican; convoco a la unidad nacional (tan benéfica en días de crisis) para que hagamos de la marihuana, símbolo de nuestra identidad.

No hay nada que despierte tanto interés en todas las clases sociales, que aparezca tan a menudo en pleitos de pasillo o charlas de tías, que promueva tan enconadas disputas e inflamados discursos como la apreciada hierba.

Ella, milenaria y siempre  vigente, les pone oficio a los picapleitos, legitima la inacción del perezoso, promueve marchas, escandaliza santurrones y hasta justifica  a las fuerzas del orden a repartir bolillo. Queridos hermanos, no hay otro símbolo que, como la marihuana, una a un pueblo urgido de fumarse el cacho de la paz.

Pero vamos al grano (al del tema, claro está, no al que brota del rostro grasiento del consumidor o el reprimido). Para hacer de la marihuana el nuevo símbolo de la nación, todos debemos prestar nuestra valiosa colaboración. No parece cosa compleja, basta con que cada quien acomode su discurso como mejor le convenga. Al fin de cuentas la palabra puede con todo y la marihuana, madre generosa, sabrá responder a nuestras peticiones.

A continuación, queridos hermanos, una modesta proposición para una defensa prosaica de la marihuana.

Si usted es un mariguanero promedio, hable siempre mirando de lado y no tosa mucho. Diga que, en sus muchos años de consumo, a la hierba no le debe ni una buena caries dental. Señale con insistencia sus beneficios: Si tiene problemas de apetencia, la marihuana le da la come trapo; si usted es de los que abusa del dios Morfeo, ella lo mantendrá despierto para que se ponga al día con sus series y videojuegos favoritos; si le han dicho que usted es una persona de mal carácter, maría es muy buena para la risueña. Y si en definitiva usted no tiene ganas de hacer nada con su ya inútil existencia, pierda cuidado, ya los científicos dijeron que la mata produce síndrome amotivacional. Así que no hay ningún motivo para que usted tenga que incomodarse y pararse de la cama. Algún amigo médico formulará la incapacidad.

Por lo demás, contribuya con el planeta: no se bañe, no se lave los dientes, cámbiese de ropa lo menos que pueda. Nadie podrá mirarlo feo cuando usted lo salude con sus manos pegachentas y su aliento de dragón. Es un ser ecológico.

Si algún inteligente intenta decirle que la marihuana es muy peligrosa para el cerebro, que es la mata que mata, rásquese el ojo rojo, tosa, ahora sí, con suavidad y diga con ceño fruncido que no existen estadísticas serias al respecto. Contraargumente, aclare que el alcohol y el cigarrillo matan, al menos, siete millones de humanos al año. Agregue que usted vio en YouTube un documental muy teso en el que un científico afirma que la marihuana es más inofensiva que el acetaminofén y todo se trata de un complot bien orquestado por el imperio Yanqui, desde los días de la Guerra Fría, para quedarse con las ganancias del negocio y perseguir al más débil.

Ahora bien, si usted es más de la onda pro ambiental, y cultiva buena hierba en las materas de su señora madre, diga que la marihuana es su abuela, su madre mayor.

Váyase a las afueras de la ciudad y, con ayuda de un taita, tome yagé. Si  lo suyo es la sugestión y la toma tiene buena pinta, podrá alucinar. Pero ojo, no diga que alucinó, diga que vio visiones. Mejor, diga que vio a la madre marihuana y que ella le enseñó cómo encauzar el camino.

Por último, si su predilección es por la ingesta de la hierba en sancochos, tortas y chocolates, pregunte a los entendidos en la materia por la dosis exacta de la receta, no queremos que la abuela, la tía Socorro y hasta la perra de la casa terminen en toxicología del Hospital San Vicente.

Claro, ya estará más de uno o una pensando que aquí sólo pensamos en “esos mechudos viciosos”, como cariñosamente les decimos, y no pensamos en la gente de bien. Pierdan cuidado, para todos hay discurso.

Si usted hace parte de las autoridades de policía, diga que la marihuana es la gran hecatombe nacional y que en un golpe contundente cayó una tonelada del estupefaciente la semana pasada. Si algún periodista medio avispado le dice que la marihuana no produce estupor, hágase el que no escuchó y diga que se trata de un importante cargamento de alucinógenos. Si un defensor de la hierba le dice que no produce alucinaciones, a no ser en una psicosis bien jodida, sonríale, aclárele que aquí no importa la semántica de las palabras, sino la contundencia del operativo.

Si usted es presidente, mande desmantelar, con plazo perentorio, una o dos casas de vicio de poca  importancia. Si en cambio, usted es gobernador o alcalde, amenace con imponer fuertes sanciones y toque de queda a todo aquel que fume bareta en la calle. Estas medidas suelen ser poco eficaces, pero le darán popularidad entre las clases conservadores  y permitirán distraer la atención sobre los grandes males de la patria.

Sigamos. Si usted es experto en el tema, diga que en una revista indexada hay un artículo suyo, muy bueno, que advierte sobre los terribles males de la hierbita. Si es pastor o líder religioso, recuerde a la feligresía en el sermón del domingo que, ya en alguna parte del Pentateuco, se advertía al pueblo de Israel los peligros de dejarse arrastrar por los placeres de la carne y del vicio.

Si es miembro de una asociación de padres de familia, recuerde que, desde que otros padres alcahuetes promovieron el libertinaje de sus hijos para el consumo de la hierba, se perdieron los valores (no aclare cuáles) y la unión de la familia nuclear. Si su adscripción es a un partido democrático, afirme que el consumo de la hierba maldita le está entregando el país al Castro Chavismo. Si pertenece a un órgano de control, procure controlar e inhabilitar a tantos que se fuman el Estado (de conmoción interior) y si es ex presidente convoque una cumbre para anunciar, por fin, lo que no entendió de la droga cuando era presidente.

Por último, si es periodista y lo invitan a una rueda de prensa, llegue preguntando en cuánto han aumentado las cifras de consumo y el número de adictos a la hierba. Meta ahí a todo el mundo, no es su función ponerse a discriminar o a analizar. Un poco de alarme entre la población siempre nos confirmará que todo es susceptible de empeorar.

Queridos compatriotas, hagamos ya de la marihuana, símbolo inmarcesible de nuestra unidad. Ella, entre todos, es nuestro mal menor.  Como dirían mis buenos amigos mariguaneros: después de todo, la marihuana es buena hasta para la memoria y para otras cositas que ya no me acuerdo.

 

( 1 ) Comentario

  1. Llama la atención la saliva que se gasta hablando de la Marihuana y si esta es Buena o mala, a la larga padecemos tantos problemas que este es uno menor. Quizá el problema proviene de que todavía carga con muchos prejuicios, que a mi modo de ver cambiarán con el tiempo.

    Hoy Sin embargo, todavía la gente se escandaliza.

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Julio César Orozco
Periodista sin oficio, abogado sin causa, filósofo por vocación, fotógrafo por afición, maestro en formación.