Enrique Peñalosa, un mitómano full time

“Una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”

Joseph Goebbels

 Esta frase expresada constantemente por el político alemán y doctor en filosofía (éste sí, con título académico existente y comprobable a diferencia del alcalde de Bogotá) le permitió ganar la admiración del Führer Adolfo Hitler, quien lo nombrara el ministro de propaganda de su partido a la llegada al poder, algo así como el encargado del ministerio de comunicaciones de nuestra época.

Me atrevo a decir, que esta cita es de permanente recordación en la psiquis del alcalde, pues no existe otra explicación para que no pierda un solo momento en tratar de convencer a la ciudadanía y a la opinión pública con mentiras que al parecer él mismo con el pasar de los años ha terminado creyéndose.

Esto nos lleva a otro punto, que debo tocar antes de enlistar una serie de hechos que argumentan esta columna, y es que Enrique Peñalosa, no es más que un mitómano full time, pues en estricto sentido, los diccionarios especializados definen esta enfermedad como «la tendencia o inclinación patológica a fabular o transformar la realidad al explicar o narrar un hecho, mitificando a una persona, una cosa o un suceso determinados”,  así es señoras y señores, el alcalde Peñalosa es un mitómano de tiempo completo.

¿O de que otra manera se podría explicar uno esa admiración desbordada por su amado transmilenio? ¿Cómo entender esa fijación desmedida hacia el cemento? ¿Qué gana el alcalde enfrentándose a razonamientos técnicos, académicos y científicos sin tener un solo estudio que argumente y soporte sus decisiones?.

No hay dudas de la mitomanía del alcalde, acentuada por su evidente conflicto de intereses con las multinacionales para las que trabaja o ha trabajado, su odio desmesurado hacia la anterior administración y al mismo ex alcalde Gustavo Petro, las presiones de los inversores de su campaña a la alcaldía a quienes hoy tiene de jefes, lo que lo ha llevado a perder su tan publicitada independencia política; ya no puede preciarse de ser un “buen técnico y gerente”, hoy es solo un político más, y en eso también es regularcito.

Veamos tan solo algunos casos en los que su falta de juicio lo traiciona, al hacer declaraciones que rebasan la realidad y caen en el estatus de burdas mentiras como cuando dijo que “Transmilenio hace básicamente lo mismo que un metro y cuesta mucho menos” ¡falso alcalde! pues a su “verdad” para ser aceptada como tal le falta una parte, y es que transmilenio es hoy en día para desgracia de los bogotanos, un sistema de transporte deficiente, indigno, maltrecho y que va en contra del buen vivir.

Es falsa su demagogia, ya que movilizar más pasajeros no es lo mismo que brindar un buen servicio, y al tener que esperar cuatro, cinco o seis buses para poder subirse cual sardina en lata, exponiéndose a que le roben la billetera, le acosen sexualmente o se produzca un accidente a causa de una losa en mal estado como lo vemos a diario es en sí la prueba del fracaso de dicho transporte.

Aun cuando usted lo defienda a capa y espada, pero se obnubila con la belleza de este sistema ignorando lo que ya todos conocemos, y es su afán por perpetuar la contratación con la Volvo y el Instituto para el Desarrollo de Políticas para el Transporte (ITDP) por sus siglas en inglés, del cual es conferencista promoviendo los Buses de Tránsito Rápido (Transmilenio).

Siguiendo con la defensa a su idea de un metro elevado (sin estudios de ninguna clase) dijo también que “es falso que el metro elevado desvaloriza la ciudad” ¡Doblemente falso alcalde!

Está comprobado que ciudades como New York, Sao Paulo, Chicago o más cerca, Medellín, han sufrido la desvalorización de las zonas por donde transita el metro elevado, ya que debajo de las toneladas de hierro fundido y concreto de estas estructuras se acumula la basura sirviendo de escampadero para la drogadicción, indigencia, tráfico de drogas y otros tipos de focos de inseguridad, lo que está llevado a la tendencia generalizada de la demolición de las mismas.

Esto dejará sin duda a Bogotá con el metro más elitista del mundo: elevado al sur de la ciudad y subterráneo al norte, sirviendo solo como alimentador del transmilenio que si hoy está colapsado a su ritmo, no imagino cómo sería la tortura china de filas interminables recibiendo descargas de pasajeros cada tres minutos en la Avenida Caracas.

Y en cuanto a la polémica desatada por su afán de urbanizar la única reserva natural de Bogotá se expresó despectivamente diciendo: “Eso no es una reserva, ahí lo que hay son unos potreros” ¡Miente alcalde y lo sabe!

Imagen cortesía de: olapolitica.com

La reserva Thomas Van der Hammen, fue decretada como suelos de protección con el fin de evitar su destrucción perdiendo con ello el ecosistema más importante de Bogotá, entonces su “verdad” es parcial, pues eso que usted llama “potreros” es precisamente lo que la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR) trata de proteger para evitar su desaparición, y esa verdad a medias es solo otra de sus mentiras, es cierto, hay potreros, pero no deberían serlo, debería haber más zonas verdes, es decir, ampliación de esa zona protegida y eso solo se logra mediante la declaración de Reserva Forestal que hoy usted pretende tapizar con cemento.

Es que el alcalde Peñalosa no deja títere con cabeza en sus ya famosas salidas en falso, como cuando dijo semejante exabrupto para referirse a la posible venta de la empresa de acueducto y aseo de la ciudad en entrevista con la WRadio, “Estos sistemas públicos de aseo, con empresas altamente sindicalizadas, un camión de esos sale por la mañana y puede llegar por la tarde con otro motor, y hasta el problema de robo de combustibles” ¡Falso y calumnioso alcalde!.

Donde el ex alcalde Gustavo Petro hubiera dicho tal disparate, tendría seguramente otra sanción impuesta por los organismos de control, pero en el caso de Peñalosa, no pasa absolutamente nada, mientras se dedica a desprestigiar a los trabajadores y llevar a cabo despidos masivos de las entidades del distrito que hoy funcionan a media marcha y se pregunta uno, tanto ahorro de plata sacrificando la eficiencia ¿para qué?

Y finalmente, lo que acentúa su patología de mitómano es el hecho de que aun cuando se sabe descubierto y expuesto en sus mentiras, no es capaz de asumir su culpa, no corrige, no aprende, sino miren el caso del falso doctorado con el que promovió su carrera durante más de 30 años y del cual no ha dicho públicamente una sola palabra ni ha dado las explicaciones del caso. Pero, al menos por ahora no ahondaré más en este preocupante tema, ya que recuerden que fue en este medio donde se dejaron al desnudo por primera vez las falencias de la actual administración con esta columna pronosticando lo que hoy es un hecho.

No mienta más alcalde, reflexione y no siga permitiendo que su juicio sesgado cause mayores daños a la ciudad que “gerencia”.