Idaly suspira cada vez que escucha salsa. Según ella su hijo era un gran bailarín, la tomaba y le daba vueltas como todo un profesional. Aunque era de Bogotá, ella piensa que por algún lado se le había colado el “gen” valluno.
Cuando la vimos por primera vez nos ofreció café y algo de comer. Idaly Garcerá perdió a su único hijo, Diego Tamayo. Obedeciendo a una política de Estado, se lo llevó el Ejército con falsas promesas de trabajo. Un tiro acabó con la posibilidad de que su madre lo tomara nuevamente de las manos.
Hace 9 años la historia de nuestro país se vistió de uno de los “episodios más nefastos de atrocidades masivas ocurridas en el hemisferio occidental en las últimas décadas” según Human Rights Watch, refiriéndose a los más de 4.000 casos de ejecuciones extrajudiciales en Colombia.
A partir de estos hechos criminales, se conformó espontáneamente la unidad de las Madres de Soacha y se inició la lucha y resistencia liderada por ellas.
¿Cómo era la vida de estas madres antes que asesinaran a sus hijos? Cuando yo las conocí, vi mujeres empoderadas, que se aburrieron de un sistema que calla, que elimina y optaron por soluciones alternativas a la violencia. Hartas de tanta injusticia y olvido decidieron unirse, enfrentar al Estado y reclamar por la memoria de sus hijos.
Promovieron salir a las plazas, se convirtieron en líderes en sus barrios, juntaron fuerzas y empezaron a sanar a través del arte, aun cuando la justicia se sigue burlando de ellas. El colectivo de las madres de Soacha demuestra que las utopías son posibles.
La memoria es una forma no derrotista de ver el pasado, es también una manera de resistir ante el dolor, de no dejar entrar la perversión del olvido y en cambio resolverlo como un agente conciliador.
Estas mujeres tienen una mirada cargada de fuerza que hace ver que la vida puede ser dura pero que merece la pena vivirla, hacen recordar que después de una tormenta sale el sol. Las madres de Soacha son valientes no porque no tengan miedo, sino porque a pesar de todo decidieron seguir adelante.
Entiendo que a pesar de que parezcan súper heroínas de ficción, con fuerzas sobrenaturales, en ocasiones también se derrumban, sus sonrisas se entristecen, pierden las ganas de luchar, el silencio las acoge, el miedo sale a escena, pero su interior está lleno de ímpetu.
Por eso, lo mínimo que podemos hacer es cuidarlas, admirarlas, agradecerles y amarlas. Acompañarlas en su sendero de lucha. Abrazar su alma para que sientan que no están solas, que seremos sus compañeros de batallas.
Gracias por NO dejar que se nos olvide, por demostrarnos que no hay imposibles, por ser inspiración, por ser valientes. Hoy se cumplen 9 años de lucha, HEROÍNAS.
Igual que las Madres de Plaza de Mayo en Argentina, estas valientes mujeres han enfrentado al Gobierno que se ha negado a darles respuestas sobre la suerte de sus amados hijos.
Que bonito no olvidar a las madres de Soacha ,cuyos hijos fueron víctimas de falsos positivos.
Excelente comentario para que vean adónde nos están llevando estos padres de la patria por sacar adelante sus absurdas ideas y complacer a recalcitrantes ultra guerrerrstas de aquí y de allá, para hacer su negocio con su absurda idea patriotera
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