El odio y el entretenimiento en la agenda informativa

La verdad es que como gremio periodístico le hemos hecho flaco favor al país informando desde el odio desmedido e ideológico.

Opina - Medios

2020-02-11

El odio y el entretenimiento en la agenda informativa

Columnista: Alicia Sarmiento

 

El eco de las felicitaciones por la celebración del día nacional del Periodista en Colombia todavía retumba en mis oídos. Quienes nos preciamos de ejercer este oficio sacamos pecho orgullosos de nuestro trabajo, pero la verdad es que flaco favor le hemos hecho al país informando desde el odio desmedido e ideológico, sin pizca de compasión por los difuntos, mucho menos por quienes todavía respiran en esta dimensión.

El fallecimiento de Jhon Jairo Velásquez, conocido con el alias de “Popeye”, es el mejor ejemplo. Leer en Twitter la encuesta de un medio serio, como uno supone que es la W Radio, invitando a opinar a los cibernautas sobre qué le dejó “Popeye” a Colombia.

O la encuesta de BLU Radio preguntando: ¿El mundo es mejor sin “Popeye”?… las respuestas de los tuiteros no se hicieron esperar, las críticas a los medios fueron suficientemente fuertes, cosa que debe alertarnos sobre el despertar de los consumidores de nuestros productos periodísticos, cada vez más reflexivos y críticos.

El poder de la prensa permite poner en la agenda nacional los temas sobre los cuales el país debería estar hablando y opinando. En Colombia los temas sobran, y unos son más “taquilleros” que otros, pero algunos deberían ser de obligado abordaje como la reforma laboral y pensional, así como el nuevo paro nacional consecuencia de la sordera del gobierno nacional que piensa convencernos de las bondades del “cianuro” en esas reformas.

Nos dedicamos a opinar en contra de los medios y en contra del gobierno, pasando como siempre de agache, respecto de nuestra responsabilidad individual. El país se vino lanza en ristre contra las declaraciones del Comandante del Ejército, y no me quiero detener en la respuesta, prefiero poner el acento en la pregunta.

El Ejército está en la mirada del mundo por los denominados falsos positivos, el país debería abrir un debate sobre el carácter de las víctimas y la existencia del conflicto armado reconocido por el anterior gobierno, el cual este insiste en desconocer, nombrando en los cargos de dirección de las entidades que buscan mantener viva la memoria de las víctimas, a personas que poca empatía tienen con ellas y que prefieren victimizar al Ejército como Institución.

Los caídos en combate de Ejército, Policía, Guerrilla, Paramilitarismo, delincuencia común, no me causan alegría alguna, pero debemos reconocer que en muchos de los casos fue su decisión ir a la guerra, a la confrontación, a hacer parte de la violencia. Todos hijos de colombianos pobres, ninguno descendiente de las castas dueñas de este país.

Cosa distinta sucede con los líderes sociales, condenados a muerte por oponerse con su voz, a decisiones de particulares y del Estado; o las víctimas de los falsos positivos, uniformados después de ejecutados para hacerlos parecer como guerrilleros; o los periodistas amenazados por la verdad inmersa en sus publicaciones develando hechos que un pequeño pero poderoso círculo prefiere mantener oculto.

El Estado, el Ejército Nacional a través de muchos de sus comandantes y soldados, fungieron como victimarios… ¿tiene lógica alguna presentar a la institución como víctima? Acaso no serían esas algunas de las preguntas que la prensa debería estar haciendo al Ejército o al Presidente en lugar de indagar sobre sus sentimientos por la muerte de Popeye.

Como dice Rubén Blades, conmemoro pero sin celebración, los periodistas debemos mirar en nuestro interior y reflexionar sobre nuestras responsabilidades respecto del país que somos, tanto más si creemos en la eternidad de nuestras almas, porque la muerte no nos liberará del castigo. Muchos de los diálogos que veo en las series de Netflix me resultan reveledores, por ejemplo en Mesías, una escena en la cual el protagonista de la serie se dirige a quienes se encuentran en un lugar sagrado tanto para cristianos como para musulmanes:

“Durante siglos estos escalones se mancharon con la sangre del prójimo, eso no le agrada a Dios por supuesto. Se supone que este suelo representa la unión… ya no pueden dividir a la humanidad…

Según las escrituras en el día del juicio final colgarán balanzas de esos arcos para pesar todas las almas… y si dijera que ese día llegó, el día en que se acabaron las negociaciones con Dios, cuando ningún alma pueda beneficiar a otra, cada uno de ustedes quedará a solas con Dios y sus actos, TODOS sus actos. ¿Quién de ustedes ha hecho lo que Dios pidió? ¿Quién dará ese paso adelante para pesar su alma?”

Para no arruinar el final de la serie no me referiré al diálogo que en el avión, sostienen Mesías y su “verdugo”, minutos antes de que el avión se precipite a tierra. Lo único que diré es que “la Bondad es una elección, cada instante es una oportunidad para elegir”, y que nuestra alma será pesada en esa balanza cuando dejemos el cuerpo que hoy ocupemos.

Prefiero pensar que el cáncer no es el castigo que se merecía “Popeye”, tanta gente padece ese mal, que sería terrible pensar que todos estos pacientes tienen deudas pendientes que les hace merecedores del castigo.

Mesías también me parece reveladora porque busca despertar conciencia en general sin distingo de credo alguno. No alimenta discusión teológica alguna. Propone conductas humanas diversas que bien podemos revisar con lupa para entender la diferencia entre lo que es correcto y aquello que no lo es. No bastará con haber respetado los mandamientos en términos de no matar, robar o mentir; o no comer carne y respetar el sábado. Todos nuestros actos y omisiones cuentan, nuestros silencios también, nuestras opiniones crueles, carentes de compasión y su incidencia en las mentes y corazones de quienes nos leen, escuchan o ven.

Feliz día del periodista les deseo a mis colegas, a propietarios de medios, a directores, todos pasaremos a pesar nuestras almas, pueden sopesar desde ya, cómo les irá en su examen de conciencia, en ese momento final.

 

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Alicia Sarmiento
Periodista, abogada de la Universidad Santiago de Cali y libre pensadora.